Hace unos días escribíamos en los primeros días de confinamiento acerca de nuestra situación profesional -y también personal, aunque en menor medida- así como sobre nuestras sensaciones sobre la situación que vivimos.
Los días pasan no sin novedades, y tanto entonces como en el día de hoy continuamos siendo meros observadores de la actividad en el barrio, de los mensajes que nos llega de amigos, de la prensa, de las familias y también -¿por qué no decirlo?- de algunas de las personas con las que periodicamente colaboramos y a las que admiramos.
Todo va a salir bien
Todo va a salir bien, porque lo que nos está sucediendo no es más que la acción consecuente de la Naturaleza. De entre los cientos y cientos de mensajes que hemos escuchado e los últimos días, de científicos, de profesionales, de periodistas, de políticos, de imbéciles, de familiares o de vecinos, muy pocos hacen referencia al consecuente rodillo de la Bioquímica.
No recordamos que nadie nos enseñase a odiar a la madre Naturaleza con saña por haber dejado a innumerables especies terminar en una extinción, así sin más, o por no permitir a la nuestra vivir para siempre. A la Naturaleza no se la mira mal. No se la envidia ni se la lleva la contraria. Y quien crea que se la puede combatir… que lo siga creyendo.
Uno puede rebelarse contra todo, puede negarlo todo y puede enfrentarse a todo; a todo, excepto a la Naturaleza.
No podemos hacer mucho desde nuestro estudio o nuestros ordenadores. Observamos, escuchamos, aprendemos, nos sorprendemos, nos indignamos y nos apaciguamos. Por ahora mantenemos la calma, al contrario que algunos de nuestros vecinos o conocidos, a los cuales algunas recomendaciones sanitarias les están haciendo perder los nervios.
Nos gustaría aportar más arando un campo, atendiendo una sala de espera, conduciendo un trailer o consolando a alguien desesperado. Pero estamos en casa con nuestros potentes equipos, los cuales de poco sirven en estas horas aciagas.
Ya ha pasado el tiempo de pensar que esto no nos va ni a rozar. Más tarde o mas temprano nos golpeará y cuando lo haga, será duro. Pero puede que no tan duro como en ocasiones anteriores. Estamos seguro de que todo va a salir bien.
El corzo no odia a la loba por perseguirla y abrirle la garganta. Se preocupa, corre, lucha con todo e intenta sobrevivir. Pero no alberga sentimientos de rencor ni hacia la loba ni hacia la Naturaleza. Si el corzo no se lamenta y corre como el viento, nosotros lo mismo.
Precisamente por eso todo va a salir bien :)
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