Obras de rehabilitación del Teatro Cine María Luisa de Mérida

por | Última actualización el 19 Mar 2020 a las 9:20PM | Publicado el 17 Jan 2018 | Badajoz, Obra nueva y reforma | 9 Comentarios

El Teatro María Luisa de Mérida es un interesantísimo y singular edificio construido en una zona muy céntrica de la ciudad y que ha sido objeto de un olvido y un abandono como hace bastante tiempo que no teníamos la oportunidad de observar. En la actualidad el sucio y desvencijado aspecto de su fachada no hace justicia al estado de completa ruina que hemos podido ver en su interior.

Con nuestro artículo trataremos de dejar constancia del último aliento de este conocido cine-teatro antes de su inminente demolición en los próximos meses. Debe ser duro para una ciudad recibir la noticia de la existencia de fondos y voluntad para la “rehabilitación” de uno de sus más insignes teatros -pues así reza el título del proyecto y la licitación- y descubrir la cruda realidad que se esconde tras él: la desaparición integral del mismo con ese falso guiño a la conservación patrimonial que es la anécdota del mantenimiento de su fachada.

Trataremos de mostrar las principales características de este proyecto de «no rehabilitación» del Teatro María Luisa que tiene la friolera de 25 años de antigüedad desde el momento de su concepción, así como de los diferentes momentos de los últimos años en los que este equipamiento ha tenido la oportunidad de salir adelante y no lo ha conseguido.

Historia y pasado reciente del Teatro María Luisa

Hemos calificado el Teatro María Luisa de interesante y así es: analizamos un edificio extraño, atípico, complejo y rico en historia, geometría y construcción, que vive hoy uno de sus momentos más bajos, pero el cual fue grande hace décadas: un centro completamente vivo de la música, el teatro y la palabra.

Nos tenemos que remontar no solamente al año de su construcción sino al siglo XIX, cuando en 1856 abre sus puertas el Teatro Ponce de León del que este Teatro María Luisa no es sino su heredero histórico. Lo que motiva la construcción de este teatro entre 1930 y 1931, llevada a cabo por la adinerada María Luisa Grajera de la Vera en una de sus propiedades, fue precisamente la voluntad de que no desparecieran todas aquellas actividades lúdicas, escénicas y culturales que en este periodo se estaban dando en Mérida.

Aunque esta persona -María Luisa Grajera- es de sobra conocida en la historia de la ciudad, el nombre del teatro no proviene de ella, sino de la infanta María Luisa de Borbón, segunda hija de Fernando VII y hermana menor de Isabel II.

La intermitencia en esta etapa, por tanto, fue mínima. Solamente desde la clausura del antiguo teatro hasta la inauguración del actual “teatro-cine” en 1931 su actividad estuvo pausada. El rico ambiente cultural de la ciudad de Mérida en aquellos años y la gran demanda popular que clamaba por la construcción de un nuevo espacio fueron las razones principales por las que, en un periodo tan corto de tiempo, se reanudaron los espectáculos.

Autoría compartida del proyecto original

El edificio que podemos ver en la actualidad es prácticamente el original proyectado por José Padrós. Hartos de ver las mismas frases y los mismos nombres copiados una y otra vez en los diferentes artículos que hemos podido encontrar sobre la autoría del Teatro María Luisa, conseguimos sacar tiempo para indagar sobre el autor de este edificio del que apenas existe información.

Con sorpresa encontramos en dos fuentes históricas que José Padrós no es arquitecto -como se afirma en la memoria del actual proyecto de «no rehabilitación»- sino ingeniero, y que la autoría del actual teatro es compartida con el arquitecto -esta vez sí- Luis Morcillo, al cual ni siquiera se menciona. Nos preguntamos con cierta pesadumbre qué derecho tenemos a destruir un teatro hasta sus cimientos si a priori todo apunta a que no sabemos con certeza los nombres, apellidos, honores y títulos de los que lo idearon y levantaron.

En el inventario de cines y teatros antiguos del IPCE Instituto de Patrimonio Cultural Español también encontramos la misma referencia. No hemos encontrado, sin embargo, ninguna reseña de Adrián Ochandiano, al que la memoria del proyecto de ejecución señala como director de las obras.

Descripción del proyecto original de 1930

La descripción que se hace en la prensa de aquellos años, concretamente en el diario La Libertad del 31 de agosto de 1930 es la siguiente: “El patio de butacas tiene cabida para 486 butacas que se colocarán en él. Lleva la sala 17 plateas, 100 butacas de anfiteatro y 200 entradas generales. Es decir, un total de 900 localidades, consideradas más que suficientes para el pueblo de Mérida en este orden.

La fachada, sobre la indicada avenida (la calle Camilo José Cela era la recién abierta avenida Alfonso XIII por aquel entonces), mide 52 metros de longitud, lo que le permite tener 10 puertas de acceso y será posible desalojar el local, en el desgraciado caso de un siniestro, en menos de tres minutos.
Ante el escenario, de suficiente capacidad, hay lugar subterráneo dedicado a la orquesta, y aquel cuenta con todas las dependencias precisas, con sus fosos correspondientes para la más perfecta organización de los servicios interiores.

Cuenta con tres amplísimas escaleras, un vestíbulo espacioso, cuartos de aseo para señoras y caballeros, guardarropas, bar de suficiente capacidad y, en fin, todas cuantas dependencias exige la higiene y la comodidad del público, calefacción central y cuantos detalles son privativos de los teatros modernos en las capitales de primer orden”.

Planos del estado actual del edificio

Hemos reproducido las 4 plantas del actual edificio -incluidas las dos de cubierta- para poder contrastar que la descripción publicada en los años 30 coincide perfectamente con el levantamiento del edificio tal y como lo podemos visitar a finales de 2017:

Mención especial merece el dibujo de la fachada de la calle Camilo José Cela, el único elemento que -como veremos más adelante- quedará como propio del edificio y que será mantenido. Decimos mantenido y no conservado porque sus huecos y configuración completa sufrirán unos cambios mucho más profundos de los que los planos que hemos estudiado son capaces de mostrar. Sin embargo, es un elemento protegido y, como tal, no puede ser derribado.

En la actualidad podemos ver una deterioradísima fachada que ha sufrido incontables reparaciones, saneados, limpiezas y maquillajes. Pudimos ver en nuestras visitas cómo el estado del muro, el peto, los huecos, las zonas enterradas y los encuentros con las viviendas cercanas es muy deficiente. Sin embargo, nada apunta a que el alzado haya sufrido variaciones importantes más allá de colocación de rejas, carpinterías, revocos o pinturas desde los años 1930 a 1940. Se conserva perfectamente la traza de ese estilo que tremola entre el racionalismo y la expresividad del decó, tan habitual desde la década de los años 20.

Según hemos podido contrastar, una empresa local llamada Jibesa se fue haciendo cargo de la gestión de los espectáculos, las actuaciones y también del inmueble tras un tiempo indeterminado en el que la dirección corrió a cargo de la propia dueña. Los empresarios de Jibesa mantuvieron una destacable actividad cultural durante el periodo republicano hasta la Guerra Civil.

A partir de 1940 la sociedad Naype de Juan Navia es la que coge las riendas del cine-teatro como complemento a la actividad empresarial que venía desarrollando en el Liceo de Mérida y lo mantiene, cada vez con más dificultades, durante el nada desdeñable periodo de 47 años.

Abandono y olvido del Teatro María Luisa

Así, en 1987 el teatro acoge su última función. Durante más de dos años sin que aparezcan nuevos compradores ni gestores que quieran hacerse cargo del edificio, la Junta de Extremadura compra finalmente el Teatro María Luisa en 1989, cediendo inmediatamente su uso al Ayuntamiento de Mérida durante un periodo de 99 años. Una de las cosas que más nos ha sorprendido de dicho convenio de cesión pública es que el Ayuntamiento se comprometió a su mantenimiento y en él viene especificado que, de no cumplirse esto, el Teatro María Luisa volvería a ponerse a disposición de la Junta.

Desde 1989 el Ayuntamiento insufla cierta actividad intermitente al edificio: actividades vecinales, bailes benéficos, actuaciones infantiles, proyección de películas, etc. que se van haciendo poco a poco más esporádicas hasta que, a finales de la década de los 90 el abandono, la falta de un uso digno y la ausencia de mantenimiento terminan por hacer del teatro un lugar inutilizable e insalubre.

Licencia Creative Commons
Todas las imágenes contenidas en el artículo titulado ‘Obras de rehabilitación del Teatro María Luisa de Mérida, en Badajoz’ y las fotos actuales del artículo con el mismo nombre son contenido original. De las fotografías antiguas se ha citado la fuente en la medida de lo posible. Aquellas fueron publicadas por primera vez en sobredos.com y se encuentran bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

El abandono como cine, como teatro y también como lugar de encuentro se produce de manera totalmente abrupta y este hecho queda reflejado en los carteles, máquinas y algún que otro elemento del mobiliario que ha conseguido perdurar hasta día de hoy.

En 1991 se convoca un concurso público de ideas para la remodelación y recuperación del Teatro María Luisa del que -todo hay que decirlo- no hemos sido capaces de encontrar absolutamente nada; ni siquiera en el propio Ayuntamiento de Mérida nos han podido ayudar.

Sabemos, sin embargo, que en el año 1999 -ocho años después de dicho concurso- se decide desempolvar éste, revisar las diferentes propuestas e iniciar un vago intento de impulsar la recuperación del teatro. No solamente no se consigue hacer absolutamente nada, sino que, como hemos dicho antes, en año 2000 el teatro se clausura definitivamente al público por falta de condiciones y seguridad.

El año 2005 es el que verá una de las más importantes reivindicaciones que reclamaban la apertura del Teatro María Luisa, concretamente el 29 de marzo. En aquella concentración se escucho también el manifiesto que se leyó en todos los teatros del mundo a raíz del Día Mundial del Teatro celebrado tan solo dos días antes. Meses después -puede que como respuesta a esta concentración aunque seguramente no- se celebraría un Consejo de Ministros en el que se acuerda destinar fondos para acometer la obra, adoptándose un acuerdo triple entre el Estado, la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento de Mérida.

Aún así se tardó dos años más en firmar el acuerdo con el Ayuntamiento de Mérida por el que se decide impulsar ya definitivamente la gestión de las obras. Este acuerdo de 2007 tiene su primer fruto -como veremos más adelante- en la contratación de los servicios de redacción del proyecto de ejecución, en la aprobación de dicho proyecto un año después en 2008 y en el inicio de una campaña de excavaciones arqueológicas de finales de 2008 y 2009.

Excavaciones arqueológicas junto a la muralla de la ciudad

La campaña de catas y excavaciones arqueológicas fue llevada a cabo por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura y tuvo dos objetivos: por un lado, los estudios de cara a la recuperación y restauración del lienzo de muralla y, por otro, los sondeos arqueológicos profundos en el subsuelo del patio de butacas para analizar la cimentación y el terreno bajo la solera del mismo.

Junto a las excavaciones se llevó a cabo un picado cuidadoso de todos los enlucidos de la muralla por la parte interior del teatro para evaluar de forma correcta si se trataba de uno de los muros defensivos exteriores de la traza urbana de la colonia romana del siglo I a.C., es decir, de época fundacional. Es muy posible, sin embargo, que el espesor del muro actual no sea el mismo que el de aquella etapa. A causa de la inclusión de este tramo de muralla en la construcción del cine-teatro en 1930, es probable que ésta sufriera una reducción de su grosor por la parte interior para adaptarla al espacio del patio de butacas.

En las prospecciones arqueológicas se encontraron -entre otros objetos- diferentes aparejos de mampuesto, descarnamientos recientes, tambores de dos columnas, la traza de un vano de unos 3,20m. de anchura y la hipótesis de su pertenencia a una puerta, al arranque de una torre o a una estructura de refuerzo de la muralla.

La licitación de las obras de 2011

En la primavera de 2011 la Dirección General de Vivienda y Suelo del Ministerio de Fomento sacó a concurso una enorme cantidad de obras en algo más de un mes que hoy en día sería casi impensable. Entre ellas recordamos sendas recuperaciones de los teatros del Born en Ciutadella y el Gullón en Astorga, la rehabilitación del castillo de Verdú, el Ayuntamiento de Castelserás, la estación de Atocha, el Monasterio de Yuste, el centro Kueto de Sestao, el Fuerte del Mazo en Santoña y algunas otras.

Una de estas licitaciones fue precisamente la del Teatro María Luisa de Mérida, el cual pudimos visitar en mitad de una lluviosa Semana Santa en aquel año 2011. Tras la presentación del concurso éste fue declarado nulo -como algunos de los antes citados y otros muchos de aquellos años- por los recortes y las políticas de austeridad, las cuales llegarons a afectar incluso a concursos adjudicados.

El proyecto de rehabilitación del Teatro María Luisa

No podemos calificar sino de extraordinaria la edad del proyecto de ejecución en relación a la fecha de la licitación y de la futura finalización de estas obras. Hemos tenido que analizar una documentación que fue redactada por el arquitecto Luis Antonio Gutiérrez Cabrero tras la adjudicación del contrato de elaboración del proyecto el 31 de julio de 2007.

Se trata de un proyecto viejo que ha ido envejeciendo aún más a lo largo de una década larga. ¿Por qué decimos esto? En 2007 se estaban proyectando edificios como la Casa de la Música de Oporto o el Espacio Escénico del Puerto de Santa María y estos últimos años han sido los que han visto aparecer increíbles espacios dedicados al espectáculo y a la música como son el teatro Dee and Charles Wyly, el Polivalente de Lille, la Filarmonica de Szczecin o el Teatro de Stoep.

Mientras en esas u otras ciudades se creaban mundos de ensueño como los de las imágenes anteriores, hemos mantenido crionizado un proyecto que gira en torno a la idea de que la forma exterior de la sala principal sea el fuste acanalado de una columna corintia aumentado su tamaño 50 veces. Esto es algo que puede leerse en la memoria del proyecto: “(…) sensación unitaria del espacio de 3 alturas delimitado por los restos de la muralla, la medianera, el escenario y el cilindro de la sala entendido como el fuste pasado de escala de una columna estriada”. ¿Será por eso de estar en una ciudad con un pasado romano como el de Mérida?

Los espacios vestibulares -escaleras, accesos, aseos, zonas de tránsito, zonas de reposo, despachos, etc.- rodean una única sala central propia de los teatros italianos, aunque muy compacta y alta debido al poco espacio de que se dispone. Recordemos que el Teatro María Luisa nunca ha sido un teatro como tal, sino un cine, además de un espacio versátil para representaciones teatrales, pero sin la infraestructura ni el equipamiento adecuados, sin apenas fondo y con una distribución de gradas unidireccional.

La boca del escenario viene enmarcada por un gran pórtico de hormigón formado por dos cilindros que esconden los palcos de proscenio y que soportan una gran jácena transversal. Sobre ésta descansa a su vez toda la estructura metálica de la cubierta.

El uso de plásticos para los suelos, tabiquerías de ladrillo y rasilla para las particiones de camerinos, aseos y salas, las geometrías y soluciones de remate de la cubierta ligera sobre ladrillo, la total ausencia de detalle en lo referente al tratamiento con la muralla romana o la fachada racionalista, el gazpacho de materiales y acabados exteriores -incluido el jardín colgante- o la traza circular de un teatro a la italiana enmarcan estilos y modas unos tiempos ya pasados.

Mención especial merecen los muros curvos de vidrio moldeado apoyados en la muralla romana, cuyo encuentro queda resuelto con recrecidos de ladrillo, cemento y enfoscado monocapa. Toda esta zona lateral del patio de butacas del futuro teatro queda estructural, geotécnica y constructivamente sin resolver y tememos que acabe siendo -siempre siguiendo fielmente lo descrito en el proyecto- otra anécdota o incluso noticia de “barbaridad arquitectónica” cometida sobre nuestro Patrimonio. Insistimos por si no ha quedado claro: muro de pavés sobre muralla del siglo I a.C.

Hemos rescatado dos imágenes de malísima calidad que debimos encontrar durante la preparación de aquella licitación hace 7 años, escaneadas o fotocopiadas de algún cuaderno. La primera reliquia es una especie de fotografía interior de una maqueta a la que se le han realizado unos lucernarios en la parte superior que, lógicamente, en la realidad no existen.

La segunda imagen de archivo es una perspectiva seccionada de los principales elementos estructurales del teatro: muros, jácena de proscenio, soportes, graderíos, base del escenario, etc. Creemos que se trata de un modelo antiguo, anterior a la última revisión del proyecto, ya que muchos elementos como los huecos de escalera, las tabiquerías o los forjados no tienen la geometría que se muestra en esta imagen.

Tanto la memoria del proyecto de ejecución como los planos son tremendamente parcos en información y detalle. A la ausencia de planos o fichas de detalles constructivos, de definición de elementos muy importantes -como es el equipamiento escénico- o a las cortas descripciones de los acabados, de las soluciones del sistema global de climatización, etc. se suman unos planos muy tímidos que en ocasiones parecen sin terminar, no tanto en cuanto a dibujo, sino en lo relativo a notación.

Para todo el que quiera estudiar y analizar este proyecto de ejecución, en la página web del Ministerio de Fomento está anunciada esta licitación con número de expediente 201700000104. Además del Pliego de Cláusulas Administrativas Particulares que se puede obtener en la Plataforma de la Contratación del Estado, en dicha web se pueden descargar los siguientes documentos: 01 Memoria, 03 Planos, 04 Presupuesto y 05 Estudio de seguridad y salud.

Todas las miniaturas de planos, secciones y alzados del Teatro María Luisa han sido obtenidas sin modificar ni alterar de estos documentos públicos que todo el mundo puede visitar.

Este alzado podría ser el resumen de todo lo dicho hasta ahora. Nos recuerda un poco a esa foto alocada de grupo de amigos en la que todos intentan trepar por encima para salir en la instantánea. Sobre una fachada a la que se la han eliminado un gran número de huecos y añadido otros de mayor tamaño, un cuerpo de hormigón visto. Sobre éste unas cajas forradas de chapa metálica; sobre ellas, muros de trámex con vegetación. A a su lado, medio cilindro de pavés; un poco más arriba, paneles sándwich de chapa galvanizada; un pórtico de hormigón aquí, unas ventanas circulares allá, unos tubos de ventilación acullá, letras de metacrilato, albardillas de piedra artificial, barandillas de acero inoxidable, chimeneas fabriles, ventanas de aluminio…

Hay que reconocer que toda esta caótica variedad resulta atractiva -al menos en el dibujo a línea- y nos recuerda un poco los focos de colores, las chapas postindustriales, el chunda chunda y las noches tórridas madrileñas en esa discoteca Pachá que no era sino el cine Barceló de Luis Gutiérrez Soto. Al fin y al cabo, los dos edificios son exactamente de la misma época y tenían como objetivo cumplir una función muy parecida.

La sección, sin embargo, es otro cantar. En ella destacan las dos grandes chimeneas pompidounianas, como símbolo externo de otra idea, como poco sorprendente: que las instalaciones principales del teatro sean vistas. Ese espacio que anteriormente hemos tachado de “sin resolver” junto a la muralla es un espacio de triple altura entre ésta, la descomunal columna corintia y la escalera.

Esta sección transversal no dibuja -de forma sibilina- la forma en que los tubos del sistema de climatización atravesarían el muro de hormigón, saldrían a este vacío desde los anillos de gradas interiores y serían conducidos hasta la cubierta. Fuste estriado, católico y romano sí, pero forrado de tubos de acero.

El entorno de las calles Camilo José Cela y Cervantes

No queríamos dejar de hablar de la condicionantes urbanos del Teatro María Luisa de Mérida que se sitúa dentro de esa apariencia tranquila de barrio residencial, comercial y amable para el turista. Hoteles, comercios, tiendas de ropa, perfumerías, cafeterías… se van concentrando como si de un embudo se tratase en la calle de Cervantes y en la Plaza Puerta de la Villa, a un paso del verdadero centro de Mérida.

Tras la placidez y movimiento de un centro urbano vivo, se esconden unas circunstancias geométricas en la calle Camilo José Cela de gran complejidad a la hora de llevar a cabo esta obra de “no rehabilitación” del Teatro María Luisa, así como de diseñar la zona de implantación y ocupación necesaria de la calle y la acera.

El arbolado, el alumbrado público, los registros de instalaciones urbanas, el centro de recogida de basura y residuos, la reserva de plazas para el Hotel Cervantes, los pasos de peatones, la poquísima anchura neta del carril, las plazas de aparcamiento regulado y la imposibilidad de utilizar el angosto interior de la parcela se suman al caótico tráfico, a la carga y descarga, a la entrada en dirección contraria del aparcamiento privado y a la dificultad de maniobra.

En el completísimo libro “Mérida: su desarrollo urbanístico” de Francisco Barbudo Gironza se menciona cómo y por qué tuvo lugar la apertura de la entonces avenida de Alfonso XIII entre 1926 y 1927. Fue gracias a esta mejora puntual del sistema viario -la cual pretendía recortar recorridos y evitar giros de ángulos complicados- que el Teatro María Luisa pudo nacer a raíz de tener una calle propia a la que volcar su única fachada posible.

No obstante, esa apertura se llevó a cabo en unos años en los que los vehículos eran como eran y su número no era comparable con la actualidad. Una avenida en la década de los 30 es hoy una calle de un solo sentido por la que apenas puede circular un camión de recogida de basura sin que peligre algún espejo retrovisor.

Por ello nos adelantamos advirtiendo que cuando la «no rehabilitación» del Teatro María Luisa se lleve a cabo, el caos circulatorio -no sólo de vehículos, también de peatones- en el entorno inmediato de la calle Camilo José Cela será aún mayor que el actual.

El futuro del Teatro María Luisa de Mérida y la recuperación de su uso como teatro municipal

Son muchas las páginas web, los recortes de prensa y los comentarios que hemos tenido que leer y escuchar acerca del Teatro María Luisa en estas últimas semanas durante su estudio. Protestas, eslóganes, canciones, pancartas, poesía, html o lágrimas. Han sido muchos años de espera, sueños y decepciones para muchos emeritenses y amantes del teatro. También para nosotros hace 7 años.

Dentro de poco tiempo -posiblemente en primavera- entren las máquinas que se encargarán de la destrucción y demolición de lo que queda de este interesante edificio. Es cierto que rehabilitar este teatro hubiera tenido -en los años noventa o pasado mañana- una enorme complejidad debido a dos razones:

La primera es la de la complejidad técnica y la de la poca eficiencia del actual Teatro María Luisa. Su pequeño escenario con poco fondo y forma de embudo hacen casi imposible que la disposición del patio de butacas y el proscenio puedan mantenerse como están. Una verdadera rehabilitación del teatro se vuelve de este modo muchísimo más compleja y dicha complejidad es fácilmente convertible en un “no se puede, hay que tirarlo todo”.

La mente humana puede con esto y con más pero, en este caso, se optó por el camino más fácil que resuelve los problemas funcionales y arquitectónicos disparando primero y apuntando después. Una actitud propia de aquellos tiempos del siglo pasado.

La segunda y -a nuestro juicio- la más importante es la económica. Por un lado, persiste el fantasma de este proyecto de ejecución ideado hace 20 años que nadie quiere tocar, modificar o reemplazar. Una sentencia judicial continúa obligando a ejecutar este proyecto y, a partir de ahí, la pelea y el esfuerzo de mejorarlo, adaptarlo o convertirlo en un edificio preparado para la época actual se convierte en comodidad. ¿Para qué hacer algo si ya está hecho? Esto lo debemos sumar a las prisas, los presupuestos, los intereses políticos y la presión mediática para finalmente obtener un resultado tan original y extraño como el que tenemos ahora entre manos.

Mérida pronto tendrá su nuevo Teatro María Luisa y a él regresarán los grandes de la escena, pero lo harán a un edificio de los años 90.

Que al menos el esfuerzo sirva para no ver de nuevo otro espacio público agonizante y olvidado, y que imágenes sobrecogedoras como las anteriores dejen de ser tan habituales.

La demolición de la fachada histórica

Recientemente hemos podido comprobar en la prensa digital como, una vez iniciadas las obras y muy avanzada la demolición del interior del edificio,

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estado original y estado final

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9 Comentarios

  1. Clara

    Muy interesante tanto el estudio del cine María Luisa que hacen aquí como su página profesional. ¿Saben cuándo empiezan estas obras y cuándo tienen previsto terminarlas? ¿cuánto nos va a costar a los vecinos de Mérida este arreglo?

    Responder
  2. Juan Nieve

    ¿Se van a poder proyectar películas despues de la restauración? ¿Va a ser otra vez un cine como lo fue antaño? Si no se puede usar como cine nos hemos gastado el dinero para nada porque al teatro no va nadie.

    Responder
  3. Gabi

    Curiosos los detalles de la licitación. Nunca podré entender cómo se financia un proyecto de esta envergadura para tenerlo guardado años y años rescatándolo cuando ya está pasado de moda, desactualizado y anticuado. Parece que así no se tira el dinero pero sí. Habrá al final un cuantioso incremento de la obra sí o sí.

    Responder
  4. Quinto S

    Como emeritense preocupado por mi ciudad, así como vecino próximo de este edificio, casi me echo a llorar al ver esas fotos. Ignoraba completamente que el estado del mismo fuese tal y que la dejadez de las diferentes administraciones que se mencionan en este artículo llegue a estos niveles. Qué lástima que se tiren millones en auténticas chorradas.

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  5. Julián

    Gran artículo, muy completo. Hay muy pocos datos sobre este edificio en internet salvo las cuatro noticias históricas ¿Saben si han comenzado ya las obras? He oído que ya se ha procedido al corte de la calle Camilo José Cela, a la colocación de casetas, etc. Estaría bien si pudiesen poner algo de información al respecto porque ni el Ayuntamiento de Mérida, ni la Junta de Extremadura dan información. ¿Cortarán la calle o se seguirá pasando por ella? ¿Saben cuánto tiempo estarán de obras el María Luisa? ¿Ustedes participan?

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  6. Leire Mendoza

    Creo que las obras han comenzado ya, al menos es lo que he oído por ahí. ¿Nos devolverán algún día nuestro antiguo cine teatro?

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  7. Isabel Amorós Leblic

    Muchas gracias, Muy interesante.

    En este momento vemos un 1/3 de fachada sujeto por unos pilones de hormigón absolutamente insostenibles, en un claro ejercicio de «fachadismo» absurdo propio de los 90.

    Rehabilitación…

    El proyecto es un «gazpacho» indigerible. La ciudad se destrozó en los 70, y se siguen haciendo barbaridades. Cualquiera que se acerque a los aledaños de la entrada del Teatro Romano puede ver un claro ejemplo de destrozo del paisaje urbano.

    Urge aplicar un criterio sólido y formado sobre lo que debe ser la arquitectura y el urbanismo de una Ciudad Patrimonio por su conjunto Romano. Hay que poner la ciudad a la altura de sus monumentos.

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  8. Alexia

    Muy buen post, muy recomendable! Reciba un cordial saludo.

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  9. Warren III

    No sé si os habéis enterado de que han tirado una parte enorme de la fachada del teatro. En vuestro artículo decís que esta fachada está protegida y que el proyecto la mantiene. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Es normal? ¿Es denunciable?

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